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La Revolución Digital en la Grafometría

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Los Peritos Calígrafos que se niegan, por sistema, a utilizar la grafometría, sin ponderar si es o no pertinente su aplicación al caso concreto de que se ocupan ni, tampoco, haber estudiado, aunque mínimamente fuera, sus fundamentos teóricos ni los avances científicos que, gracias a la revolución digital, hacen cada vez más precisa esta técnica de estudio complementaria del tradicional análisis grafonómico de la escritura, cada vez me recuerdan más, dicho sea con todos los respetos, a  aquellos inquisidores que se negaban a mirar por el telescopio de Galileo por considerarlo “un instrumento del maligno”.

Y es que, cuando se les pregunta a dichos Peritos Calígrafos si han estudiado y testado las expresadas modernas técnicas grafométricas para poder comprobar si son o no válidas, curiosamente, contestan, sin ningún embarazo, que no, ofreciendo como toda razón de su proceder el simple hecho de que, en los cursos o másteres, que los mismos realizaron, sus profesores les dijeron, en su día (en la mayoría de los casos, hace ya mucho tiempo, demasiado), que no había que aplicar la grafometría en las periciales caligráficas, viniendo de ahí esta su oposición sistemática e irrazonable al empleo de los grandísimos avances que la ciencia viene alcanzando, a una velocidad meteórica, en materia de tratamiento y medición de imágenes mediante la utilización de herramientas informáticas creadas “ad hoc” para la pericia caligráfica.

Se les olvida a estos Peritos que los científicos, entre los cuales deberíamos preciarnos de contarnos los técnicos en Pericia Caligráfica, para comportarse como tales, no deben, en modo alguno, aceptar el yugo de los simplistas argumentos de autoridad de personas, por muy prestigiosas que éstas sean o lo parezcan. No en vano, los Peritos Calígrafos debemos basarnos en los resultados de nuestros estudios, que se manifiestan en concretos y  precisos datos numéricos que constituyen las pruebas sobre las que deben basarse nuestras afirmaciones.

Así pues, como las técnicas de medición de los elementos que componen la escritura manual van evolucionando, demostrando, día a día, estar dotadas de una mayor exactitud y fiabilidad, las objeciones que, a la grafometría, se hacían en el pasado siglo XX, no pueden ya seguir arguyéndose a estas alturas de nuestro mundo del siglo XXI, marcado por la revolución digital.

Dichos adelantos técnicos han puesto de manifiesto el carácter científico de la grafometría en su condición de valioso elemento auxiliar y de complemento de los tradicionales estudios grafonómicos, demostrando que, en realidad, los errores que se  le achacaban a la grafometría no procedían de sus fundamentos teóricos, que, ahora, se han demostrado acertados, sino de la dificultad práctica que implicaba, hasta hace unos años, su efectiva aplicación práctica por la ausencia de instrumentos de medición que se encontraran a la altura de los que ofrecen las aplicaciones informáticas de nuestros días.

De hecho, ya en los inicios de los años setenta, muy lejanos en términos científicos, se había desarrollado un, para entonces, importante avance en la calidad de las mediciones grafométricas mediante la utilización de medios analógicos de medición que resultaban muy ingeniosos y precisos para la época, y que vienen descritos en la emblemática obra titulada “Grafometría” del Profesor Juan Espinazo García, miembro del Centro Superior de Investigaciones Científicas y docente de la Escuela de Ciencias del Grafismo.

Pero, sin embargo, tales métodos eran muy complicados de aplicar de forma efectiva y fiable por lo excesivamente laborioso y complicado de su empleo en la práctica, que exigía una atención y cuidado tales que, por el cansancio que producían en sus aplicadores, eran imposibles de mantener en el tiempo de manera prolongada, con lo que ello, inevitablemente, suponía de errores humanos en los resultados numéricos con ellos obtenidos.

De hecho, contrariamente a lo que se suele pensar, la grafometría, lejos de tener sus orígenes a principios del siglo XX, con Locard, Humbert y Langenbruch, como método de investigación de la autoría de la escritura manual, nació, ya a principios del siglo XIX, como método caligráfico de escritura, tal y como queda acreditado en la publicación de la “GAZETA de MADRID”, actual “B.O.E.”, “DEL VIERNES 22 DE ENERO DE 1808”, cuyo tenor al respecto se pasa a reproducir literalmente:

“ESPAÑA.”

“Murcia 30 de diciembre de 1807.”

“La real sociedad patriótica de esta ciudad celebró junta pública de distribución de premios el día quatro de noviembre último, en celebridad de los días del Rei nuestro señor. (…)”

“El señor presidente propuso a nombre de dicha Excma. marquesa de Villafranca (…) otro premio, también de 300 rs., que dará la sociedad al maestro de primeras letras que acredite su aplicación y conocimiento en la grafometría de la escritura de Mr. Saint-Omer, ó sea método de escribir por medio del círculo y de la elipse: anuncio que se hizo también en el día 4 de noviembre de 1806, sin que hasta ahora haya habido aspirantes.”

A este respecto, para ilustrar la tradicional vinculación de las matemáticas con la escritura, me permito citar al pedagogo, filólogo y teórico de la escritura Rufino Blasco Sánchez, quien, en su obra “Arte de la Escritura y de la Caligrafía (Teoría y Práctica)”, disponible de manera abierta en la red de redes en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, en la dirección de internet correspondiente a http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/arte-de-la-escritura-y-de-la-caligrafia-teoria-y-practica–0/html/ff0f1954-82b1-11df-acc7-002185ce6064_23.html , efectúa las siguientes esclarecedoras afirmaciones:

 “Los elementos de la escritura son signos gráficos, y como tales ocupan lugar, tienen extensión, dimensiones y forma; su estudio, en este aspecto, debe fundarse, por tanto, en las Matemáticas, que son las ciencias de la cantidad, y muy particularmente en la Geometría, que es la ciencia de la extensión y de sus formas.”

“En efecto, la Geometría nos da medios para conocer la forma de las letras y demás signos de la Escritura, sirve de fundamento al análisis del trazado y a la construcción de la pauta; da ideas de las dimensiones de la producción escrita y de las de sus elementos, y sus verdades son la base de gran número de reglas caligráficas.”

“Si la Geometría es base de la Escritura, no dejará de serlo también la Aritmética, pues las superficies, lo mismo que las líneas, para ser usadas en las producciones escritas, han de ser medidas, y en este caso hay necesidad de aplicar los principios aritméticos.”

En cualquier caso, lo cierto y verdad es que, afortunadamente, las actuales herramientas informáticas de nuestros días nos han liberado del peso que suponían las antedichas dificultades técnicas de aplicación práctica de las teorías grafométricas, quedando probada lo acertado de sus fundamentos últimos mediante la utilización de poderosos programas informáticos de implementación de las mismas, pasándose, así pues, en este, como en otros tantos campos del saber, de lo analógico a lo digital.

Lo que ocurre es que esta transición de lo analógico a lo digital supone toda una revolución a la que se oponen los que, de manera desesperada, se aferran a ideas preconcebidas basadas en los “supra” mencionados argumentos de mera autoridad, cuya defensa se hace inadmisible desde un punto de vista científico.

De cualquier manera, resulta oportuno acudir a la historia para encontrar antecedentes de esta injustificada “fobia” a los estudios numéricos, y, así, acertarse a dar una explicación a tal sinrazón e ilustrar de los sumamente perniciosos efectos que este tipo de actitudes ha supuesto para la humanidad frenando su progreso durante siglos.

Y, así, podremos comprobar que las teorías del matemático griego Filolao, quien, ya en el siglo V a. C., defendía que el universo viene determinado por números y que éstos demuestran que la Tierra gira alrededor del Sol, quedaron aparcadas, durante siglos y siglos de oscurantismo, por la “superior autoridad y prestigio” de Platón y Aristóteles, cuya teoría geocéntrica, que defendía lo contrario, se impuso hasta nada menos que el siglo XVI pese a, claro está, carecer de datos numéricos que la respaldaran.

Por otra parte, no hay que perder de vista el hecho de que, en España, tradicionalmente, han sido licenciados en filosofía y letras los que se han ocupado de la pericia caligráfica, resultando evidente que, salvo honrosas excepciones, las matemáticas no han sido precisamente el punto fuerte en la formación de dichos profesionales, quienes, seamos sinceros dentro del respeto a las personas, con frecuencia, haciendo gala de ser “de letras puras”, solían escoger esta carrera motivados por su deseo de rehuir los estudios numéricos, hacia los cuales no se mostraban especialmente inclinados.

Además, hay que tener en cuenta que, por más que sean precisas y exactas, o tal vez, probablemente por ello, las matemáticas, y ello se encuentra probado científicamente, provocan, en muchas personas, ansiedad, inseguridad, miedo y rechazo. Quienes deseen saber más al respecto pueden informarse leyendo el artículo titulado “¿Por qué dan miedo las matemáticas?”, firmado por el licenciado en Ciencias Exactas y divulgador científico David Robson, cuya lectura les recomiendo vivamente, y que se encuentra recogido en el espacio que de que disponen en internet BBC Future, que es la sección de la web de la BBC dedicada a la ciencia, concretamente en la siguiente dirección: https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/06/150628_vert_fut_ansiedad_matematicas_yv

En todo caso, el estudio de los fiables datos numéricos que, con precisión, nos ofrece la tecnología digital de nuestros días exige la realización de un esfuerzo en reciclaje formativo y tecnológico al que, al fin y al cabo, se opone la perezosa molicie de los que se agarran a la comodidad de ceñirse única y exclusivamente a lo que, en su día, aprendieron y, ahora, se niegan, en redondo, a cuestionar, actitud ésta que, por más que sea indefendible desde un punto de vista científico, resulta, al fin y al cabo, comprensible, aunque no justificable, desde el punto de vista humano, si tenemos en cuenta que, claro está, reciclarse es más bastante más difícil que oponerse por sistema a efectuar todo cambio que suponga un esfuerzo.

Vicente Rodríguez Daza

Abogado-Perito Calígrafo Documentólogo

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